Dr. Carlos Raitzin
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BOLETIN TEMPLE – Monográfico No. 1,3/1/2001
1- INTRODUCCIÓN
El presente artículo se ocupa de diversos puntos del
esoterismo templario con referencia especial a los Estatutos Secretos de la Orden del Temple o “Libro
del Bautismo del Fuego”. La autenticidad de este documento no es cosa
unánimemente aceptada ni mucho menos. En definitiva, que la cuestión es
comprender de donde sale cada cosa en esos Estatutos y que quiere realmente
decir. Logrado esto la autenticidad surge como muy evidente. Es lo que
intentaremos al menos esbozar aquí.
Un estudio serio y coherente del esoterismo templario exige
para ser fructífero amplitud de criterio y diversidad de líneas de avance. De
no encararse de este modo nos encontraremos inevitablemente con callejones sin
salida y preguntas sin respuesta. Tales situaciones frecuentes han dado lugar
muchas veces en el pasado a soluciones conjeturales que tienen excusa pues la
complejidad del problema del esoterismo templario es muy grande. Remitimos a
nuestros trabajos en este sitio web “La Orden del Temple ayer y hoy” y “Dante Alighieri y
la filiación templaria de los Fedeli
d’Amore” para evitar en lo posible innecesarias duplicaciones al respecto.
Es indudable que en el Temple dejaron su huella multitud de
corrientes espirituales de las más diversas: druidas, cátaros, drusos,
alquimistas, iniciados del Islam, cabalistas, gnósticos y masones. Esto para no
mencionar sino a lo más evidente pero, desde luego, tal diversidad de
contenidos complica y mucho el hallar un hilo conductor.
Es común la idea de que en la Orden existía un sincretismo
que acumulaba ideas muy heterógeneas que se iban incorporando al Temple por los
más distintos caminos. Pero la realidad es que, como destaca Guénon, los
antiguos iniciados sabían apreciar muy bien la unidad doctrinal subyacente tras
una aparente diversidad de formas extremas. Es por ello que por ejemplo Dante
emplea un lenguaje a menudo tomado del cristianismo y otras veces de la
antigüedad greco-romana y no hace esto llevado por un sincretismo superficial.
De hecho, y como señala Guénon, “la metafísica pura no es ni pagana ni
cristiana, es universal. Los misterios antiguos no eran paganismo pero se
superponian a este”. Es necesario comprender, y esto es lo que le cuesta mucho
a algunos, que le via iniciativa se halla por arriba de las formas religiosas
tradicionales exotéricas. Esto es lo que le permite desarrollarse adoptando como
ropaje exterior cualquiera de esas formas o ninguna.
Mencionaremos a continuación las líneas de estudio que aquí
trataremos brevemente y a las que cabe calificar de no convencionales. Todas
ellas prometen aportes de mucho interés y nada impide volver en el futuro sobre
este tema para darles el desarrollo más extenso y cuidadoso que merecen. De
hecho nos hallamos ante una verdadera labor detectivesca donde habrá que
rescatar piezas de evidencia casi siempre de manera muy indirecta, buscando
indicios significativos y destacado paralelismo o analogía evidentes entre
líneas iniciáticas tradicionales en apariencia muy distantes tanto en el tiempo
como en el espacio. Este hecho ya ha sido subrayado múltiples veces por Guénon
y sus continuadores y permite, una vez más, poner de manifiesto la unidad
esencial subyacente en todas las formas tradicionales auténticas.
En primer lugar tenemos a los Fedelli d’Amore, filiación
laica del Temple que ha merecido extensos estudios de muy distinguidos
especialistas tales como René Guénon, Luigi Valli, A. Ricolfi, Arturo Reghini,
Aroux, Rossetti y otros. Esta parece ser una de las vías más promisorias de
estudio y coloca a Dante Alighieri como figura clave en el centro mismo del
problema. Y ahí viene en nuestra ayuda la obra colosal del erudito español
Miguel Asín Palacios “La Escatología
Musulmana en la Divina
Comedia “ reeditada por Hiparión, Madrid 1984. De interés
puede resultar también el pequeño libro de R.H.Shamsuddín Elía “Dante y el
Islam”, Buenos Aires, 1998. Una de las claves principales la proporciona el
mismo Dante cuando recoge ideas de fuentes iniciáticas islámicas aún cuando se
cuida muy bien de mencionar explícitamente esas fuentes. Cosa que sorprende
pues no menciona nunca ni al Profeta Mahoma ni al célebre Iniciado español
murciano Mohyiddin ibn’Arabi (el más grande de los Maestros espirituales del
Islam y de quien Dante mucho toma) pero no tiene en cambio reparos en citar a
Avicena y a Averroes.
Por último debemos mencionar, ya en relación directa con los
Estatutos Secretos o “Libro del Bautismo de Fuego” a la meditada y documentada
obra del Dr. Hans Prutz “Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens”.
Sin embargo esta peca de cierta rigidez, siendo una típica producción de un
Gelehrte que lo desconoce todo o casi respecto de la Tradición Esotérica.
Esto hace que, al aferrarse únicamente a las pocas pruebas asibles y tangibles
sobre la tradición interna del Temple de que él disponía, llegue este autor a
conclusiones puramente negativas sobre la autenticidad del texto que nos ocupa.
Ejemplo de esto que decimos es que prácticamienta niega la existencia histórica
del Maestre Roncelin de Fos por no disponer él de mayores datos al respecto..
Pero Prutz acepta en su totalidad las actas del proceso como algo fidedigno y
de ahí concluye, a nuestro juicio invalidamente, la no autenticidad del “Libro
del Bautismo de Fuego”.
La obra de Prutz contiene sin embargo datos del más alto
interés en cuanto que el Estatuto Secreto que nos ocupa existía sin duda
alguna. Todo se reduce a establecer si el conocido y reproducido aquí es el
auténtico. Prutz presenta una serie de evidencias al respecto. De particular
importancia es la cita de Michelet concerniente al testimonio del Caballero
Gervais de Beauvais quien afirmó haber visto en poder de uno de los superiores
de la Orden
junto a los estatutos comunes y conocidos de 1128 otro libro con estatutos que
este mantenía muy oculto y del que afimó que “por ningún precio se lo enseñaría
a nadie”. También cita Michelet (vide Prutz Loc. Cit.) al Caballero Bertrand de
Marignac quien se sentía obligado “post multas promisiones de statutis ordinis
observandis ab eo factas”. El Gan Maestre Templario Thomas Bernard (o Berault)
(su desempeño fue en los años 1256-73 según fuentes de la Orden del Temple de
Jerusalén, según Prutz en 1265-72) mandó quemar muchas copias de los Estatutos
Secretos, manteniendo unas pocas en manos de los más leales y encumbrados
Caballeros del Temple.
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