R.A. Schwaller de Lubicz
EL ESOTERISMO NO TIENE NADA QUE VER CON UNA VOLUNTAD DE
SECRETO, ES DECIR, CON UN SECRETO CONVENCIONAL.
SI ASÏ fuera, deberíamos considerar que textos como el de
las pirámides de Egipto, los Vedas y Upanishads indios. El Tao Te King chino,
el Génesis de Moisés, los Evangelios y el Apocalipsis, por ejemplo ¹¹, son
grandes mistificaciones.
Si, pongamos por caso, la intención de los Evangelios era
dar a los hombres una moral de honradez, y si el camino para llegar hasta el
“Padre” era explicable, ¿Por qué impedirnos alcanzar esta meta hablándonos a
través de parábolas? ¿Por qué esconderían estos textos lo que puede decirse
abiertamente para ayudar a los miserables de este mundo? ¿Por una perversa
necesidad de crear misterios, o “hipnotizar al pueblo”, como afirman los
materialistas”? ¿Porqué el mundo de entonces era demasiado inculto comparado
con el nuestro, tan inteligente? ¿O porque estos profetas e inspirados divinos
no sabían expresarse mejor”?
Tenemos suficientes testimonios acerca de la inteligencia, de
la gran Sabiduría e incluso del elevado grado de civilización alcanzado por los
pueblos del pasado como para prestar atención a suposiciones semejantes.
Por otra parte, ninguna criptografía, ningún jeroglífico es
absolutamente indescifrable. Es absurdo creer que textos como los que nos ha
legado en abundancia el antiguo Egipto presentan un sentido esotérico basado en
este tipo de explicaciones, si este esoterismo puede expresarse por escrito. La
criptografía y el jeroglífico, en la composición de un texto sagrado, no tienen
otra intención que despertar el interés del lector, resaltar un aspecto del
texto, guiar a fin de cuentas hacia su carácter esotérico. Lo mismo ocurre con
los “juegos de palabras” y las parábolas.
El Esoterismo no puede ser escrito ni dicho ni, en
consecuencia, ser traicionado. Hay que estar preparado para captarlo, verlo, escucharlo a su elección. Esta preparación no es un Saber sino un Poder y solo puede adquirirse mediante el esfuerzo de la persona,
una lucha contra sus obstáculos y una victoria sobre su naturaleza animal
humana.
Existe una Ciencia Sagrada y desde hace milenios y milenios
innumerables curiosos han intentado en vano penetrar sus “secretos”. Como si,
con un pico, quisieran cavar un agujero en el mar. El instrumento debe ser el
adecuado. Sólo se encuentra el Espíritu con el Espíritu y el Esoterismo es el
aspecto espiritual del Mundo, inaccesible a la inteligencia cerebral.
Son charlatanes los que creen poder revelar el esoterismo de
tal enseñanza. Pueden tratar de explicar el sentido subyacente de una palabra o
una fórmula, o sea, un secreto convencional, pero, en la Ciencia Sagrada, lo único que
podrán hacer será sustituir las palabras y de ello resultará, como máximo, mala
literatura en lugar de una idea simple.
El verdadero Iniciado puede guiar a un discípulo dotado para
ayudarle a recorrer el camino de la Consciencia más rápidamente, y el discípulo, que
llegará a etapas de iluminación gracias a su propia Luz interior, leerá
directamente el esoterismo de cualquier enseñanza. Nadie podrá hacerlo en su
lugar.
¹ Es inconcebible que sabios. Filólogos, teólogos y en general
todos los estudiosos de la historia no hayan comprendido todavía la importancia
de los textos de las Pirámides. Ningún otro texto sagrado, guardado y
transmitido a través de milenios, ha conservado su forma intacta. Si las
transcripciones, traducciones y comentarios no han alterado el sentido fundamental,
si dejan al menos un margen de duda respecto a la forma original vehiculo,
precisamente del Esoterismo.
En los textos – grabados en
piedra – de las cámaras de las Pirámides de la quinta dinastía se conservan
desde hace cuatro mil años las palabras inalteradas. Algunos samaritanos
guardan como reliquia sagrada una Biblia que consideran auténtica y aquí algunos “civilizados”,
vienen a estos santuarios con jazz en sus tocadiscos y los turistas ignorantes
pero curiosos vienen a sacar sus mangas sobre estas piedras grabadas en las que
caria rasgo, cada alimentación, cada agrupación de los textos, cada color
tienen un valor – ya que aquí no podemos leer estas palabras, conservémoslas al
menos para nuestros sucesores -. ¿No fue un gran mérito de la misión de
Bonaparte el haber reconstruido escrupulosamente los textos cuyo desciframiento
parecía imposible”?
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