R.A. Schwaller de Lubicz
III
LA INTELIGENCIA
CEREBRAL DEPENDE DE LOS SENTIDOS, DEL REGISTRO DE LAS
CONSTATACIONES DE HECHOS Y DE LA COMPARACION
DE NOCIONES. NINGÚN ELEMENTO DE LA INTELIGENCIA
CEREBRAL ES ABSTRACTO Y TODA NOCIÓN CUALITATIVA O ABSTRACTA
RESULTA DE LA COMPARACION ENTRE
ELEMENTOS CONCRETOS.
El ÓRGANO cerebral pasa por varias etapas. Para ello es
preciso que el organismo desarrolle tres facultades: la de los sentidos, la del
registro de las constataciones y la de la comparación de las nociones así
registradas, es decir, la memoria. La
Razón, de la que hablaremos mas adelante, pertenece a un
orden diferente. De momento nos referimos al animal humano. Los sentidos son
los órganos de constatación de los “Elementos Principios”. El tacto corresponde
a la TIERRA, o
sea, todo aquello que presenta obstáculos materiales a la materia del cuerpo.
El viento es Tierra en su calidad de cuerpo, como el agua o la piedra. Los
sentidos solo puede constatar al oponerse una resistencia a una actividad. El
gusto corresponde al AGUA; no se puede probar nada que no esté un poco
disuelto, ya se trate de un gas o de un sólido. Así pues, hay un principio Agua
en cada cosa. El olfato corresponde al AIRE, ya que no se puede oler nada que
no sea volátil o volatizado a través del calor por ejemplo. En cada cosa hay,
pues, un principio Aire. La vista corresponde al FUEGO. Nada puede ser visto si
no hay una irradiación de Fuego, como un hierro en la oscuridad que, calentado
por una energía invisible, pasaría del rojo oscuro a un blanco deslumbrante.
El color del fuego ordinario pertenece al tacto y no a la
vista. Así pues, en todas las cosas visibles hay un principio Fuego.
El oído corresponde al Quinto Elemento, el VERBO, sensible
físicamente, táctilmente, a través del sonido. Los cuatro sentidos llegan al
cerebro: el quinto, el oído llega al “Corazón” sin dirigirse directamente al
cerebro. Es el sentido espiritual, puerta de la Inteligencia del
Corazón.
Todo tiene un sonido propio.
A través de los “Principios-Elementos”, todas las cosas se
relacionan entre sí; las esferas por las que nuestra génesis humana no ha
pasado todavía se nos escapan, mientras no podamos transformarlas y reducirlas
al Principio-Elemento de las esferas de nuestra Inteligencia innata. Toda la
instrumentación científica es una reducción de este tipo. Hay aspectos Fuego,
Aire, Agua, Tierra que todavía no hemos vivido en los reinos que nos preceden.
Es, pues, lógico admitir la existencia de un mundo que ínter penetra el aspecto
de las cosas sensibles actualmente para nosotros, constituido por los mismos
“Principios-Elementos”, del mismo modo que hay rayos (los infrarrojos y los
ultravioletas) que nuestros ojos no pueden percibir. Esto hace referencia a la
posibilidad de extender la sensibilidad de nuestros sentidos, pero la
existencia del oído ya nos permite creer en la existencia de un estado
PRINCIPIO o IDEAL, que correspondería, como los Principios-Elementos, a
Principios Formas.
El hecho mismo de que exista en el hombre, una vez superado
el simple estado animal humano, la posibilidad de concebir abstracciones que la
inteligencia cerebral no puede comprender, demuestra la existencia de un Mundo,
paralelo al nuestro en cuanto a su constitución, pero completamente diferente
en cuanto a su aspecto, su extensión y su génesis; esta génesis sería entonces
génesis del Retorno, del mismo modo que, del Origen hasta nosotros, existe una
génesis del Devenir corporal.
Si la inteligencia cerebral, que vemos desarrollada en el
aspecto animal superior del hombre, está limitada por la frontera impuesta a
los sentidos. La
Inteligencia del Corazón es independiente y pertenece a este
grandioso complejo que denominamos Vida.
El Carácter fundamental de la Inteligencia cerebral
es el haber nacido de la
Dualidad, de la complementación de lo que podríamos llamar la SEXUALIZACIÓN DEL
UNIVERSO. La calidad sólo se comprende a través de esta oposición de los
complementos; por otra parte, la noción de Calidad sólo existe en la Naturaleza, es decir,
en el Universo dualizado.
La Calidad
define la Cantidad
y, a la inversa, la Cantidad,
comparada con otra Cantidad, define la Calidad. Toda noción considerada abstracta solo
existe si podemos limitarla mediante una cantidad. Podemos comentarnos con
palabras y decir, por ejemplo, “horizonte”, “eje” y construir frases con estas
palabras; pero, cuando queremos analizar su sentido debemos objetivarlas,
porque en caso contrario nuestro poder cerebral queda bloqueado. La abstracción
tiene que concretarse porque, si no, no podremos comprender.
Es típico el ejemplo de la palabra EJE, ya que esta noción,
considerada como imaginaria, no puede imaginarse, es decir, objetivarse. (No
hay que confundir el Eje con el cubo de una rueda).
Y, sin embargo, el eje se impone en todo cuerpo rotatorio.
Lo cual confirma la probabilidad de una inteligencia distinta a la de nuestras
posibilidades cerebrales, puesto que nuestro mundo corporal nos muestra la
existencia indiscutible de fusiones e incluso de formas que se nos escapan y se
nos escaparán siempre disponiendo únicamente de esta herramienta cerebral.
Con el término “Inteligencia del Corazón”, empleado por los
antiguos egipcios, designamos aquel aspecto del hombre que nos permite ir más
allá de nuestra limitación animal y que constituye la característica necesaria
del hombre humano para dirigirse hacia el Hombre Divino, es decir, el despertar
de este principio Original que dormita en cada ser humano animado.
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