V
LA CONSCIENCIA TIENE
FUNDAMENTALMENTE DOS ASPECTOS: UNO ES EL RESULTADO DE COMPARACIONES, EL OTRO ES
EL RESULTADO DE LA
IDENTIFICACIÓN. LOS DOS ASPECTOS EXIGEN LA INSCRIPCIÓN; UNA ES
ORGÁNICA O CEREBRAL, LA OTRA VITAL
O FUNCIONAL.
SERÍA absurdo pretender un funcionamiento de consciencia
idéntico tanto para la consciencia cerebral como para la Consciencia innata. Es
necesario circunscribir el sentido de la palabra “Consciencia”, precisarlo. Nos
falta un vocabulario adaptado a este sentido, tal como lo encontramos en el
antiguo Egipto y en las lenguas hindúes, establecidas por los Maestros del
Conocimiento.
Diremos, pues, que la consciencia cerebral es el resultado
de la experiencia cuantitativa, una consciencia mecánica que procede de la
comparación. La memoria en sí no es más que un disco de fonógrafo o una
película cinematográfica.
Una noción aislada no es más que una parte grabada de este
disco o una imagen de esta película. La memoria funcional, la definición de una
noción registrada, empieza con la comparación. Es preciso, mecánicamente
incluso, recurrir a la “Magia”, es decir, provocar el impulso por evocación. Un resultado particular, por ejemplo,
evoca toda una escena vivida. Un perfume recuerda una impresión sentida, una
palabra desencadena el recuerdo de un pensamiento oído o leído y puede
engendrar una larga serie de “pensamiento”, es decir, de acordes. Es un “hecho”
constatado sensorialmente el que despierta el recuerdo y es el acuerdo o el
desacuerdo el que determinará un pensamiento lógico o ilógico o el sofisma.
Todo el mecanismo cerebral podrá reproducirse mecánicamente. Esto demostrará a
los más obtusos donde radica el error. Pero cuando queremos pasar del deber clásico
(esta esclerosis del genio) al pensamiento fecundo no nos basta la mecánica
cerebral. Cuando antes decíamos que debemos dirigirnos necesariamente a lo que
constituye la verdadera Magia, la
Evocación, que hay
acuerdo o desacuerdo en la conexión de las nociones y los recuerdos,
recurríamos a otro poder en nosotros, el que procede de nuestra consciencia
innata, fuente del sentido de la Armonía.
Este poder será, si es efectivo, la causa del Genio, del
Pensamiento creador, en el sentido que sobrepasa lo conocido, lo clasificado.
¿No es esta consciencia de una vía nueva, impuesta al
decadente mundo actual, la que incita al arte a destruir al ídolo de ayer para
intentar la expresión irracional?
Se busca la concordancia de elementos de “sensaciones”
olvidando su conexión racional – dejándose llevar por la inercia del hábito
adquirido. Se crean medios, imágenes, formas que “evocan” un sentimiento, una
emoción y provocan una reacción vital. Y el Arte es el heraldo de la mentalidad
de una época, el portavoz de la tendencia íntima.
La
Inteligencia del Corazón, que establece la relación de la Consciencia innata con
la observación del hecho, es la Identificación.
Identificación significa vivir con y en el hecho observado,
ser uno mismo ese hecho, experimentar, actuar, sufrir, alegrarse con él. Es la
“Consciencia simpática” y no una consciencia subjetiva que la lógica pretende
oponer a la Consciencia
objetiva. Sin embargo, se presta a confusión: la consciencia cerebral se
inscribe o se “grafía” en la materia cerebral como acabamos de decir y la Consciencia innata se
inscribe en la naturaleza del organismo, o sea, que el móvil de su función es
el impulso de su necesidad, la
Idea o principio de Armonia. En el hombre, en el animal
superior, esto crea la emotividad.
Cuanto mayor es la sensibilidad emotiva, mejor puede
expresarse la Consciencia
innata. Si el hecho observado provoca una “sensación”, una reacción emotiva, de
tipo egocéntrico, estamos ante la consciencia subjetiva. Si el hecho es
observado por una persona en estado de neutralidad, un estado impersonal,
estamos ante la
Consciencia simpática. De ahí que estos problemas se
resuelvan en una cultura que implique un desprenderse del egoísmo y un dominio
de la parte mental (del cine cerebral).
La inscripción de la Consciencia innata o simpática es vital o
funcional, si se considera la vida en sí y la función en si, es decir, como
principio mismo de la
Naturaleza viviente. Este principio es una realidad al margen
de la materia corporal, pero se encarna por la armonía de los elementos del
ambiente.
Cuando existe un cierto número de elementos, su relación
pondrá en marcha determinadas funciones: la tierra respirará, el cangrejo
saldrá del mar, una planta germinará, la palmera macho crecerá inclinándose
hacia la palmera hembra… La función es una necesidad y ésta forma parte de la
ley vital, o génesis cuyo orden hace posible todo el juego de la Naturaleza; y su
Conocimiento será la Ciencia Sagrada.
Todo, absolutamente todo, obedece a este imperativo Divino, un conjunto simple
de funciones impuestas al universo. Y ninguna Inteligencia podrá contrariar,
ningún poder podrá obstruir este Orden, la Armonía de la Causa casual a través de la Causa Cósmica.
La encarnación en el hombre de todas las Necesidades u
Órdenes funcionales de la armonía del Mundo es el Templo, donde la Energía creadora original
pone en contacto “la
Inteligencia del Corazón” de la Consciencia innata con
el Universo: esto se realizará mediante la observación objetiva del hecho, con
el fin de cumplir la Consciencia
cósmica, independiente de las partes destructibles o mortales.
El hombre es, pues, un todo, producto final del universo,
por ser centro de inscripción de la Consciencia, o
sea, de todas las “relaciones” vividas a través de los reinos.
Debido a este hecho de la inscripción o duración de la Consciencia la
biogénesis monista tiene un sentido, ya que la evolución biológica observada y
el transformismo no son una causa sino una prueba por los residuos dejados, a
través de la expansión de la
Consciencia.
La
Creación causa la evolución, pero la evolución solo es
creadora para la inteligencia cerebral, la cual expresa la Consciencia del
Conocimiento innato a través de la vida.
La
Realidad, es decir, lo inmutable no es la historia o la
evolución orgánica sino la manifestación de este estado trascendente que es la Consciencia.
La ciencia de este Retorno consciente a la Fuente (Cristo resucitado
vuelve a la derecha de su Padre, y no se funde con Él) será la psicología
espiritual y se dirige a nosotros en esta vida, a través de la Vida.